En el segundo capítulo de Cocreando la Constitución, encuentro desarrollado por los programas de FlacsoLab -que en esta ocasión reunió a Carta Magna Digital y Contrato sexual en la Constituyente-, el diálogo estuvo orientado a dar cuenta sobre cómo lograr la inclusión de género en un contexto digital, pensando en la independencia, autonomía y seguridad de las mujeres.
En esa línea, la jornada contó con Patricia Peña Miranda, presidenta de la Fundación Datos Protegidos; Marina Rosso Siverino, vicepresidenta del Departamento Técnico del Centro Argentino de Ingenieros; Rodrigo Ramírez Pino, director de Carta Magna Digital; y Lucía Miranda Leibe, asesora metodológica de Contrato Sexual en la Constituyente y moderadora de este capítulo.
Lucía Miranda Leibe inició el conversatorio situando a la autonomía, como un elemento clave para las mujeres y donde la esfera Web es entendida como parte del espacio público en que la mujer se debe desenvolver, tanto de manera económica, física y en la toma de decisiones.
Sin embargo, Miranda Leibe agregó que la participación en el ecosistema digital merma la autonomía de las mujeres por medio de delitos informáticos, violencia, acoso e incluso la atención mínima referente al acceso y la formación en materia tecnológica.
Ante lo expuesto, la asesora metodológica del programa Contrato Sexual en la Constituyente abrió la conversación con la pregunta: ¿Qué mínimos debemos considerar en la próxima Constitución para dar mayor reconocimiento, autonomía y protección a las mujeres en el ecosistema digital?
En su espacio, Patricia Peña Miranda, de Fundación Datos Protegidos, indicó que la discusión en torno a la inclusión de género se ha vuelto fundamental y sobretodo en el ámbito constitucional, porque propicia la posibilidad de contar con una Constitución más feminista, en que el espacio digital no es ajeno.
Peña Miranda, indicó en su exposición que existen en tres puntos que deben tomarse en cuenta con una mirada de género. Uno es el derecho a la conectividad o acceso a las tecnologías, otros son los derechos digitales que garanticen la participación de manera segura y libre, y en tercer lugar el garantizar cuestiones básicas referentes al derecho a la educación en materia de tecnologías y digital.
Finalmente, la presidenta de la Fundación Datos Protegidos destacó que nos encontramos ante un desafío interesante, pensando en cómo debemos acomodar ciertos elementos -que el Estado debe resguardar- para garantizar desde un enfoque de género participación y plena autonomía de mujeres, niñas, adolescentes y diversidades que hay en Chile.
Por su parte, Marina Rosso Siverino, vicepresidenta del Departamento Técnico del Centro Argentino de Ingenieros, realizó un análisis de la Constitución Argentina comentando que, a pesar de no tener presente brechas de género en torno a la tecnología, si es posible observar brechas a nivel de educación en el ámbito digital.
Frente a ello, Rosso Siverino consideró importante realizar acciones concretas en educación para instalar igualdad de oportunidades, donde una de ellas es actuar sobre el analfabetismo digital. La “educación stem”-entendida como conocimientos y habilidades en ciencia, tecnología, ingeniería y matemática- debe estar presente como una meta en las mujeres para estudiar y perder el miedo.
La profesional argentina al finalizar precisó que el trabajo en políticas sobre el ecosistema digital debe revisarse para una mayor inclusión de género que garantice el espacio de educación y brinde mayor protección a los delitos que se consuman en este espacio.
En su turno, Rodrigo Ramírez Pino, director de Carta Magna Digital, acentuó la problemática que significa invisibilizar la brecha de género en el ámbito digital, aun cuando la mujer se ha caracterizado por un rol de apropiación -tanto en el aprendizaje, como en el uso de lo digital-, para dar respuesta a los desafíos de la que impuso la educación a distancia o el teletrabajo en pandemia.
Junto con lo expuesto, Ramírez Pino consideró necesario recalcar que, a pesar de la disminución de brechas de género en el caso de las usuarias de tecnología, esta realidad es totalmente opuesta si nos referimos a mujeres formadoras en lo digital y tecnológico, en un ecosistema con igualdad de condiciones.
Frente a ello, agregó el director del programa digital de FlasoLab, resulta clave la formación, investigación y la empresa, la que también requiere mayor inclusión en la parte alta de las organizaciones, pues las mujeres resultan relegadas de la participación y toma de decisiones.
Al cierre del encuentro, la reflexión se centró en cómo construir una estrategia que avance en garantizar la reducción de las brechas de género, donde se concordó entre las y los participantes del conversatorio, en la necesidad de cuidar y dar un sentido a lo democrático para la mantención de un espacio de libertades, inclusión y autonomía de las mujeres.
Así también, se abordó la necesidad de incorporar las políticas públicas inclusivas, junto con la inserción de indicadores donde esté plasmado el nivel de equitatividad presente en los niveles más altos de una organización, permitiendo ver si mujeres y hombres mantienen las mismas condiciones.
Adicionalmente relevante, coincidieron los y las expertas del panel, tomar en cuenta la ruralidad separada de la accesibilidad a través del fomento de tecnologías que permitan el desarrollo pleno de actividades en lugares donde la red no llega.
Finalmente, en materia de tecnologías es importante avanzar en una ruta donde el aporte femenino y todas las diversidades de género, potencien el mundo de las tecnologías.